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Los hechos ocurrieron la pasada noche de domingo cuando el párroco de una ermita de la localidad jienense de Úbeda fue parado en un control rutinario de alcoholemia de la Guardia Civil a altas horas de la madrugada.
El cura duplicó la tasa permitida de alcohol pero esto no sorprendió a la Guardia Civil ya que el párroco estaba visiblemente afectado por el alcohol, sin embargo el cura desconcertado con el resultado del test declaró que no había bebido ni una sola gota de alcohol a pesar de venir de la misa del gallo y de una cena de nochebuena alegando además que su positivo podría deberse al “espíritu navideño” que le embriagaba desde hace unos días.
Tales fueron las risas que la declaración del cura provocaron en los guardias que éstos decidieron dejarle marchar, no sin antes recomendar al párroco que la próxima vez que bebiera después de una misa lo mejor sería que dejara su coche aparcado o cogiera un taxi si no quiere reunirse con su jefe de forma prematura o poner en peligro a otros.
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