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Ocurrió el pasado sábado en la turística ciudad de Granada, una pandilla de jóvenes amigos celebraba el 25 cumpleaños de uno de ellos. Tras completar una larga ruta de tapas con sus correspondientes birras y envueltos en semejante juerga, improvisaron un osado regalo.
En dos taxis se dirigieron a uno de los puticlubs que hay a las afueras de la ciudad. Los amigos habían acordado a última hora regalarle una desvirgación por todo lo alto. Tras acceder al interior del local, tomaron una consumición y allí empezó el calentamiento entre risas y bolsillos llenos. A pesar de haber pactado que sólo entraría el cumpleañero, la mezcla de alcohol y de sobonas señoritas, ocasionó la ruptura de dicho acuerdo, pasando todos a la zona de alcobas.
Las risas, juerga y escándalo cesaron inmediatamente cuando se cruzaron en el pasillo con la madre de uno de ellos. La señora enseguida se defendió ante los pasmados sementales diciendo «tranquilo hijo, que sólo estoy de limpiadora, éstas echan el polvo y yo lo quito. Truncada la fiesta, a día de hoy, «el Dani» aún sigue virgen.
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