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Un octogenario tuvo que ser atendido de urgencia en un centro comercial después de que pasara la noche encerrado accidentalmente en una de las tiendas. El anciano se mostraba deshidratado y vestía de una forma extraña, por lo que los trabajadores del establecimiento en cuestión solicitaron la presencia de una ambulancia.
Todo parece indicar que el anciano, que responde al nombre de Herminio, acudió a la tienda la tarde anterior con la intención de comprar ropa interior, a pocos minutos de su cierre. A la salida de los probadores, Herminio se desorientó y las dependientas cerraron las puertas y se marcharon, creyendo concluida su jornada laboral. Los intentos del cliente por alertar a las pocas personas que pasaban frente al escaparate de la tienda fueron infructuosos, pues su escasa movilidad le hacía parecer un maniquí. Así lo explicó el guardia un seguridad de la superficie: «me pareció ver una mano moverse pero creía que era producto de mi imaginación».
El anciano pasó la noche probándose ropa femenina, pues según manifestó «era la única forma de mantenerme cuerdo», de ahí la estrafalaria indumentaria que vestía cuando las trabajadoras lo encontraron. También mantuvo profundas conversaciones con los maniquís, lo que le sirvió para no enloquecer.
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