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El soldado Miroslav M., perteneciente a la Armada de Rusia, y destinado en uno de los submarinos que componen su flota, se enfrenta a un Consejo de Guerra al no parar de tirarse pedos dentro de dicho navío. Los gases expulsados por el militar hacían imposible la navegación bajo el mar del submarino, por lo que el Capitán al mando ordenaba de inmediato la salida a superficie para la renovación del aire en el interior.
Al parecer, este comportamiento era debido al miedo que Miroslav tiene a estar bajo el agua durante mucho tiempo. Aunque él jura y perjura que es algo inconsciente y que no puede controlarlo, sus mandos lo arrestaron y lo pusieron a disposición de la Justicia Militar de Rusia. Lo acusan de sabotaje en el entrenamiento de la tripulación.
«Cada vez que nos sumergíamos, el aire empezaba a viciarse y a oler como a podrido. En un principio se pensó que era alguna avería en el sistema de ventilación, hasta que en la octava inmersión escuchamos un ruido proveniente del culo de Miroslav», comenta el Capitán al mando. «Con suerte lo mandan a Siberia, allí los pedos se solidifican, y no molestará a más nadie».
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