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Un cura fue denunciado la pasada semana por una feligresa después de que ésta descubriera que el religioso llevaba una grabadora oculta bajo la sotana. Los intentos por parte del párroco para que la mujer no presentara una denuncia fueron infructuosos y ahora el clérigo se enfrenta a un delito contra la intimidad.
La mujer sostiene que realizó el descubrimiento de forma fortuita: «Estaba confesando mis pecados, que no son pocos, cuando el padre se levantó la sotana para rascarse los testículos y cayó un aparato. Al principio me dijo que era un cilicio pero después reconoció que era una grabadora». La feligresa, visiblemente molesta, recriminó la actitud del cura y éste respondió diciéndole que sus pecados carnales eran más que conocidos en el pueblo y que no hacía falta que nadie fuera aireándolos por ahí. «Al verme ofendida por la respuesta intentó comprarme ofreciéndome información de todos los vecinos, como por ejemplo, contarme con quién se acuesta Juani la pescadera».
No es el primer incidente en el que el cura se ve envuelto, pues hace un año fue denunciado ante el Arzobispado por vestir a la Virgen María con minifalda. Entonces se excusó diciendo que la Iglesia debía adaptarse a las modas si no quería seguir perdiendo adeptos.
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