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Un trabajador de una oficina de seguros, ha sido despedido después de que la dirección de la empresa considerara que ha realizado un uso indebido del material de oficina.
El hombre, supuestamente y ante la falta de un corrector de escritura, utilizaba su propio semen para tapar los errores cometidos a la hora de escribir a mano sobre un folio. El trabajador fue descubierto con las manos en la masa, por una de sus compañeras. Ante ella alegó que era lo que más a mano tenía. La trabajadora informó de inmediato a sus superiores que revisaron su carpeta a fin de detectar si la práctica era habitual o, por el contrario, puntual. Tras percatarse de que un tercio de los documentos corregidos parecían contener semen, decidieron expedientarlo.
El trabajador se excusó explicando que lo hacía por el bien de la empresa. Su práctica, según sus cálculos, le había reportado a la compañía un ahorro anual de centenares de euros. La dirección de la empresa informó que lo único que le había llamado la atención del empleado, era que realizaba continuos viajes al servicio: «Lo atribuimos a que iba a orinar pero ahora sabemos que iba a ordeñar».
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