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Marcos, de 42 años y residente en Albacete, llevaba en cuarentena dos semanas y hoy ha vuelto por primera vez al trabajo después varios días en casa haciendo el zángano. Al parecer, todo este tiempo habría estado comiendo sin cesar todo tipo de manjares, un comportamiento obsesivo que le ha pasado factura.
El día que Pedro Sánchez anunció el Estado de Alarma, él estaba de baja en casa y la vuelta al curro se le ha hecho muy pesada: “No me valía ningún pantalón vaquero y tuve que optar entre ir en pijama o ponerme el chándal de los domingos”, aseguraba.
Una decisión que no le ha hecho ni pizca de gracia a sus jefes. Cuando le vieron aparecer en chándal, al principio le ignoraron para ver si así se marchaba, pero no debió de pillar la indirecta: “No podemos admitir este tipo de conductas, la gula es un pecado pero la ordinariez mata.”.
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