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Dicen que hecha la ley, hecha la trampa, pero el caso sucedido en Cadíz, ha superado con creces el ingenio a la vez que la insensatez por parte del propietario de un club de alterne.
Fue una vecina la que pidiendo que se ocultara su nombre por posibles represalias, llamaba a la Policía para informar que un puticlub cerca de su domicilio, tenía un nuevo rótulo, de «Farmacia» siendo mentira y comprobando como entraban y salían hombres. Personada una patrulla en el lugar, efectivamente se comprobó que en dicho establecimiento se llevaba a cabo una actividad para nada que ver con artículos de farmacia, habitando chicas semidesnudas y gran cantidad de clientes en la barra.
Tras ordenar el cierre inmediato, el propietario fue detenido y puesto a disposición judicial, «le he cambiado el nombre al puti, los maridos están estresados en casa, aquí las chicas les toman la temperatura a ver como están, llevamos mucho cuidado y se lavan las sabana todos los días».
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