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Rogelio y Pepe, valencianos de 72 y 75 años, llevan un mes sentados en el mismo banco de su barrio por miedo a que les quiten el sitio. Conscientes de lo solicitados que están los bancos y las terrazas, tienen miedo a levantarse y que cuando quieran volver haya otros dos ancianos sentados: “Así nos aseguramos el sitio”, afirman.
Desde que el Gobierno anunciara que ya se podía salir a pasear, no lo dudaron en ningún momento: “Este banco es nuestro y nadie nos lo va a quitar”. La mujer de uno de ellos, que ha visto con buenos ojos la decisión de su marido, les apoya en todo momento. Tanto es así, que ella misma se ocupa de llevarles la comida y la cena todos los días junto con unas mantitas para que no pasen ni frío ni hambre: “Me parece correcto, así descanso un poco de él”, asegura.
La Policía ha hecho una excepción mientras que los ancianos no se muevan del sitio y mantengan la distancia de seguridad con los viandantes, permitiendo que sigan haciendo su vida sentados: “Para lo poco que les queda dejaremos que sean felices”.
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