Empotra su coche en un bar, y aprovecha para pedir la penúltima.

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Gran susto en un bar del sur de Madrid. Sobre las 8 de la mañana del pasado sábado, los clientes que estaban tomando un desayuno más o menos liviano, se despertaron del todo, sin necesidad de tomar un café muy largo. Un Mini, conducido por un cuarentón, se empotró en la pared del establecimiento.

Ahí no terminó la sorpresa de los presentes. El accidentado, después de llamar a la grúa entró en el bar, y se pidió la penúltima «mientras esperaba que vinieran los del seguro a sacar el coche». Por suerte, sólo tenía algún rasguño, a falta de que se le hiciera un examen más exhaustivo.

Aquí no terminó todo. El dueño llamó a la policía local, que se personó en el establecimiento, justo cuando nuestro amigo estaba invitando a una ronda, y llamando a los colegas, que ya estaban de camino para seguir con la farra. Al final, el protagonista de nuestra historia terminó durmiendo la borrachera en el calabozo, eso sí, asegurando que la policía también desayunó gratis.

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