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Javier, barquereño de 31 años, lleva una semana sin apenas poder entrar al cuarto de baño de su propia casa y todo por culpa de su gato. Desde que el felino aprendiera a hacer su necesidades en la taza del váter, como las personas, ya no sale del baño: “Es horrible, cada vez que me entran ganas le veo ahí empujando con cara de gusto y siempre me toca esperar”.
Todo empezó hace un par de semanas cuando Javichu, como le conocen sus amigos y vecinos de San Vicente de la Barquera (Cantabria), decidió apuntar a su gato a un curso de aprendizaje para el uso del inodoro: “El primer día mi gato ya tiraba de la cisterna, y el segundo se llevó un libro de Garfield para leer”.
Javier, desesperado, ha optado por empezar a usar el arenero de su gato como medida preventiva hasta tomar una decisión más drástica: Comprarse una casa con dos cuartos de baño o mirar a su gato mientras él hace caca como hacen ellos con nosotros.
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