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A.L. se presentó en la tarde de ayer en una clínica de donación de esperma, hasta ahí todo normal, lo curioso, y lo que propinó su expulsión inmediata de la clínica, es que llevaba 56 condones usados por él.
Parece ser que el joven andaba corto de dinero y un día decidió dejar de desperdiciar su semen y lo fue guardando dentro de los condones que usaba para producirlo «a ver, no os voy a engañar, la mayoría han sido pajas de rico, pero bueno, algún polvete que otro ha caído también, lo importante es que el semen está bien conservado y los condones perfectamente cerrados con un nudo».
La recepcionista de la clínica se escandalizó cuando el joven puso sobre el mostrador una nevera de playa repleta de bolsas de hielo y preservativos usados, llamó a seguridad y el joven fue expulsado de inmediato. Posteriormente, y viendo las buenas intenciones del chaval, le explicaron cual era el proceso correcto y le dieron cita para poder donar en condiciones.
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