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La dirección de un colegio de Carrizosa (Ciudad Real) organiza semanalmente sesiones en las que diferentes profesionales acuden a contar a los alumnos en qué consiste su trabajo. Esta semana era el turno de un urólogo de la localidad, que tras referirse a su trabajo como «la poya» fue invitado a abandonar las instalaciones.
Tras ello, el facultativo se excusó en que solo pretendía explicarse en un lenguaje accesible para todas las edades: «Si me pronuncio en términos médicos diciendo que mi trabajo consiste en controlar las patologías que afectan al aparato urinario, glándulas suprarrenales y retroperitoneo, nadie hubiese entendido ni pipa. En cambio, si digo que mi trabajo es la poya, queda todo más claro que un glande terminado de lavar».
A la dirección del colegio no le tembló el pulso a la hora de suspender in situ la charla e invitar al polémico ponente a irse. El director de centro se explicaba a posteriori: «Lo corté y le dije ‘ve a tocarte la poya’ pues no era el primer comentario inapropiado que profería. Antes de ello estuvo contando que había veces que tras su trabajo, se le olvidaba lavarse las manos antes de comer».
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