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Los hechos se iniciaron en la conocida multinacional de muebles y artículos de decoración IKEA en la provincia de Cádiz hace unos días cuando, a la hora del cierre una familia se negaba a abandonar las instalaciones a requerimiento del personal de seguridad.
Ha pasado ya una semana y los responsables todavía no han conseguido la Orden judicial para poder expulsar a esta familia de okupas que campa a sus anchas tanto de día como de noche, habiendo desactivado incluso la alarma de robo al carecer de sentido alguno.
«Pues mañana va a hacer ocho días que entramos a comprar unos cojines y cuando vimos lo que había aquí nos quedamos sin dudarlo, pedazo de cocinas guapas, camas no faltan, sofás, escritorios para hacer dibujitos los peques, siempre hay gente con la que hablar incluso hacemos de guías para los que se pierden, conseguimos propinas ayudando a cargar los coches en el parking, falta que nos habiliten un baño y que en la cocina del bar hagan otra cosa, hemos aborrecido ya las almondigas y las salchichas» comentaba el padre de la familia en cuestión.
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