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En la noche de ayer ingresó en un hospital de Valencia un vecino que presentaba un cuadro de desgarro anal, con varias heridas y arañazos en el recto. Una vez controlada la hemorragia, preguntaron al paciente la causa de las lesiones, a lo que contestó que no sabía, que lo único que le había molestado últimamente era ponerse los supositorios que le había mandado su médico de cabecera.
Los profesionales estudiaron el medicamento, y no encontraron que fuera peligroso para la salud, por lo que dejaron ingresado a este señor a la espera de realizar más pruebas. El entuerto se resolvió cuando vinieron a poner un supositorio a su compañero de habitación, y al ver a la enfermera manipularlo, comentó «Ah, pero… ¿hay que sacarlo del papelito?».
«No me puedo hacer una idea de lo que ha tenido que sufrir este hombre siguiendo el tratamiento. Había usado ya casi media caja de 48», comentó el médico que le atendió. «A mí nunca me habían mandado supositorios, lo único que sabía es que se metían por el culo. En el papelito no pone nada de abrir ni nada, así que yo me los ponía sin sacarlos. Ya decía yo que del resfriado seguía igual…», aclara este valenciano.
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