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Un joven de veintidós años tuvo que ser ingresado por quemaduras de tercer grado en el pene. Aunque las lesiones puedan llevar a pensar que se trató de un accidente, lo cierto es que las quemaduras se las provocó él mismo al intentar lavarse el miembro con lejía.
El chico acudió por su propio pie la mañana del domingo al centro hospitalario. Según parece, había pasado la noche de juerga y por la ingesta de alcohol sus recuerdos eran borrosos. Pensó que podría haber mantenido relaciones sexuales sin preservativo sin recordarlo, lo que, según su testimonio, le asustó por si había contraído alguna enfermedad venérea. Decidió entonces enjuagarse el pene con lejía con tal de desinfectarlo bien, pues su madre siempre le había dicho que la lejía lo limpia todo. Las quemaduras fueron inminentes, por lo que el muchacho se desplazó velozmente al hospital más cercano.
Con el susto todavía en el cuerpo, el chico le explicaba a los facultativos que hacía cinco años que no mantenía relaciones sexuales pero su carácter optimista le llevó a preguntarse por qué no había podido ser esa la noche la que había vuelto a desenfundar un sable ahora corroído por la lejía.
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