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«Mirad a ver qué le pasa al tonto este, que echa unos polvos que se caga a la pata abajo», eran las palabras literales de una señora al celador del Hospital General de Albacete.
Tras ser atendido por un equipo médico y manifestar lo que le ocurría cada vez que tenía un orgasmo, la señora no cesaba de interrumpir al afectado «cada vez que le viene un rampazo, se le tuercen los ojos, le da latigazos una pierna, parpadea rápido, los dedos de las manos se le doblan que parece un infarto y por si fuera poco… se caga encima». El hombre, vecino de un municipio de Albacete y con 56 años de edad confirmaba lo dicho, quedando ingresado para observación.
Una vez valorado y examinado, el médico le dijo que debía hacer el amor con más frecuencia ya que al hacerlo cada dos meses, el orgasmo era tan fuerte que le afectaba al sistema nervioso y perdía el control del esfínter anal, «si no es coito, por lo menos una paja al día, para que se acostumbre al orgasmo» fue la recomendación del doctor.
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