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Los hechos tuvieron lugar ayer en el Hospital Pedro de León de Móstoles, cuando el equipo médico recibía de madrugada el ingreso de urgencia de una paciente embarazada que había roto aguas en su casa. Tras pasar 12 horas y complicarse el parto se decidió realizar una cesárea, pero la operación no iba a ser tan fácil.
Cuando el cirujano se puso manos a la obra y abrió el estómago se encontró con una desagradable sorpresa. La paciente había comido alubias y no precisamente blancas, que se hubieran distinguido mejor, alubias pintas de color rojo que mezcladas con todo hacían imposible la intervención: “Tuve que pedir otra mascarilla porque el olor era muy fuerte y no alcanzaba a ver al bebé. Cerramos y abrimos mañana cuando esté más despejado”.
El Hospital ha querido dejar claro que se trata de una situación extraordinaria completamente ajena a ellos: “Nosotros hemos hecho lo que hemos podido, lo positivo de la intervención es que la paciente no se ha enterado de nada, cuando mañana se despierte y vaya al baño volveremos a proceder”.
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