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Un hombre de Bilbao se llevó ayer una sorpresa monumental, cuando se dispuso a llamar a Jazztel para una reclamación e increíblemente al otro lado le estaba atendiendo un teleoperador de nacionalidad española llamado Javier. Casi no pudo articular palabra de la emoción y no pudo evitar preguntarle de donde era, a lo que el teleoperador contestó que había nacido en Madrid pero ahora estaba en Barcelona trabajando.
Al parecer se trata de uno de los pocos españoles que quedan atendiendo el teléfono en esta empresa y en cada llamada le da una gran alegría al cliente. Las chicas le piden su teléfono, los chicos quieren ser su amigo, y las personas mayores le mandan jamones y botellas de vino. Sus llamadas son larguísimas ya que nadie quiere colgarle el teléfono y todos le piden por favor que les atienda en la próxima llamada. Eso le llena de tristeza ya que desgraciadamente es algo que no puede hacer.
Javier tiene un poco de miedo, porque ha visto como han ido desapareciendo sus colegas españoles poco a poco sin dejar rastro, y nadie sabe donde van. Su temor es ser el próximo en desaparecer, primero por no saber que será de él, y segundo por perder un trabajo en el que hace feliz a tanta gente todos los días.
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