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Un grupo de empresarios de Madrid dedicados a piscinas y parques acuáticos se ha aliado en la búsqueda por sanear sus aguas y ha creado un dispositivo de control que detecte a aquellas personas que se mean dentro del agua.
Para ello hará controles rutinarios aleatorios al final de la jornada, en los que los usuarios de las piscinas a los que les toque por sorteo, estarán obligados a entregar su bañador en vestuarios para una prueba rápida de detección de orina. En caso de dar positivo habrá multas desde 300 hasta 900 euros.
Tal y como ocurre con los controles antidoping no todo el mundo estará obligado a pasarlo, pero se espera que el efecto disuasorio funcione para que todos los usuarios se lo piensen varias veces antes de hacer sus necesidades en la piscina. Los niños también participarán y sus padres serán los responsables subsidiarios en caso de positivo.
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