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El programa que presenta Carlos Sobera y que todas las tardes podemos seguir en Cuatro, no deja de depararnos sorpresas relativas a las relaciones entre los comensales que, supuestamente, la productora de dicho programa debe emparejar en lo que se supone es una cita a ciegas.
Esta vez, el turno le ha tocado a Manuel R. C., un informático cuarentón que venía desde la localidad toledana de Ocaña buscando a su media naranja. La cena parecía que iba bien, la muchacha, una trabajadora de El Corte Inglés residente en Madrid, parecía que estaba disfrutando de la compañía hasta que llegó la hora de levantarse y Manuel sacó de una bolsita un tupper, y metió en él todo lo que había sobrado de la cena.
«Me ha abochornado en medio del restaurante, hasta el pan que ha sobrado lo ha envuelto en una servilleta y se lo llevaba. No quiero saber nada más de este señor», contaba avergonzada la muchacha. «Me gustaría que ella entendiera mi situación. Llevo unos meses viviendo solo, y mi madre cada vez me manda menos comida. Desde que enviudó y se echó novio, cada vez quiere saber menos de mí», se excusaba el galán.
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