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Desde hace décadas, las empresas despiden el año agasajando a sus empleados con comidas o cenas en días previos a la Navidad. En la actualidad esa costumbre se ha extendido a grupos distintos, de mamás de cole, de gimnasio, de primos, de viejos amigos, etc. siendo la excusa perfecta para salir con el permiso de la pareja.
Pero el alcohol y la fiesta lleva aparejados otros hábitos carentes de sentido y con posibles consecuencias catrastoficas, consumir cocaína como si se tratara de algo normal, permitido y no mal visto si es esporádico, «es que después de inflarte a cenar con cerveza y vino, te haces un filete y zas… El puto amo, se te quita la hinchazón y te entran los gin tonic de lujo» manifestaba uno de los encuestados en un estudio que por supuesto desde el anonimato se ha llevado a cabo a pie de calle.
Dicho estudio ha concluido que cada persona que sale de cena-grupo, gasta de media 20€ en dicha sustancia, «nosotros compramos 5 pollos y nos hace oferta mi colega, es lo que hay, blanca Navidad», era otro de los comentarios destacados.
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