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Sucedió la pasada semana en la provincia de Soria, por lo visto un indeciso novio decidió a última hora no contraer matrimonio y en vez de llamar a su futura esposa, llevó a cabo un ingenioso y estratégico plan, sellar con silicona la puerta de la Iglesia en donde se casaría al día siguiente.
Cuando el solitario currante desarrollaba la faena con nocturnidad y alevosía, una patrulla de Policía lo pilló con las manos en la masa siendo trasladado a dependencias policiales a efectos de identificación y para aclarar el extraño propósito del joven.
«Agentes, es que me caso mañana y… al principio son dulces hadas pero en unos años se convierten en brujas. Había pensado que sellando la puerta, se pospondría la boda para el sábado que viene y así tendría una semana para pensármelo». Los agentes, casados más de 30 años con sus respectivas, lo dejaron marchar tras la oportuna reprimenda incautándole la pistola de silicona. Atónito se quedó el novio cuando al día siguiente encontró la puerta de la Iglesia… perfectamente sellada teniendo que aplazarse la ceremonia.
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