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Siempre se ha dicho que los perros se terminan pareciendo a sus dueños. Y es que parece que nuestras mascotas van poquito a poco mudando sus rasgos faciales para parecer de la familia.
Jason G., vecino de Alabama (EEUU), ha llevado al extremo tal afirmación, y no contento con el parecido que guardaba con su cachorrito, ha sometido a éste a una serie de operaciones estéticas para conseguir que el parecido sea lo más razonable posible.
Algunos califican el acto de crueldad extrema. Otros de capricho innecesario. Y también los hay que piensan que el dinero gastado no ha dado los frutos deseados, pues el parecido no es tal. Para estos últimos, Jason tiene un mensaje «seguiré operando a Django hasta que nos confundan por la calle». Eso sí, no da detalles de qué veterinario se ha prestado a tal experimento, es una de las condiciones que éste ha puesto para acceder a realizar las intervenciones.
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