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El pasado lunes a primera hora de la mañana, un vecino de una localidad castellonense se personaba en dependencias de la Policía Local con la intención de hacer efectivo el pago de una denuncia por estacionar en zona reservada a minusválidos.
Todo era correcto hasta que le atendió un agente encargado del cobro de multas el que tras localizar el expediente en cuestión le informó de la cuantía de la sanción con el correspondiente descuento siendo 100 euros.
El indignado denunciado sacó una bolsa conteniendo 10.000 monedas de 1céntimo y con cara de satisfacción la puso sobre la mesa. El agente, cauto y entendiendo las intenciones del vecino, debía asegurarse que la cantidad de dinero era la correcta y sin apresuramientos inició la cuenta de las moneditas » uno, dos, tres, cuatro…» al cabo de dos horas y media » cinco mil setenta, cinco mil setenta y uno, cinco mil setenta y… uy creo que me he equivocado, vamos a empezar, uno, dos, tres…» El indignado vecino, tras seis horas sentado comprobó que su vengativo plan no había sido acertado y propuso al paciente agente volver al día siguiente y pagar con billetes.
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