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El Partido Popular, con su presidente Mariano Rajoy a la cabeza, ha comenzado ya el tradicional casting de corruptos para el año que está a punto de comenzar. El PP siempre ha estado a la vanguardia en corrupción, un pasito por delante de todos sus competidores, y lo demuestran los premios y reconocimientos que pueblan la sala de trofeos del partido, con algunos tan sonados como los que recibieron de la Corleone Fundation, el Al Capone Institute o el ALaSaca Business School.
Pero llegar tan lejos en materias corruptas no es fruto de la casualidad. El PP no deja nada a la improvisación y se asegura cada año contar con los mejores en este ámbito, así como descubrir nuevos talentos que aporten un futuro estable y prometedor, y para ello convoca cada año el casting que nos ocupa, donde se someten a los candidatos a diversas pruebas donde deben demostrar su picaresca.
Pruebas como dejarlo a solas con un saco de dinero para observar su reacción, ofrecerle ganar el casting a cambio de un módico precio esperando que acepte, darle la mano pasándole un billete sin que se le caiga o solicitarle que le quite el caramelo a un niño sin mostrar culpa o remordimientos. Todas ellas con el objetivo de comprobar que se está ante un corrupto de verdad, como dios manda, que no se va a derrumbar a las primeras de cambio.
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