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Juan L.S. se estaba examinando del práctico para obtener el carnet de conducir por las calles de Zamora cuando el examinador empezó a decir que se sentía mal. El alumno, estudiante a su vez de enfermería, enseguida relacionó los síntomas con un principio de infarto, por lo que no se lo pensó dos veces y se encaminó lo más rápido posible a urgencias del hospital más próximo.
Una vez allí, los servicios médicos lograron estabilizar al enfermo y salvarle la vida. Para ello, y según dicen los sanitarios, fue fundamental la rapidez con que el conductor logró llegar a la puerta del hospital. La sorpresa vino cuando el paciente pidió ver al aspirante, y después de darle las gracias, le comunicó que estaba suspenso por exceso de velocidad, saltarse dos semáforos en rojo y no poner el intermitente en los cruces.
«Lo siento, pero una cosa no quita la otra. Yo me limito a valorar la conducción de los alumnos, y fue un peligro sobre ruedas», aclaró el funcionario. «No sé si es justo o no, pero lo volvería a hacer, y estoy más contento que si hubiera aprobado», confesó el suspenso.
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