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Un joven de 29 años ha pasado ayer la noche más terrorífica de su vida. Su disfraz de presidiario le costó caro, seguramente más de lo que pagó por él en los chinos. Lo que no debió de pensar Arturo, un madrileño que estaba pasando el puente en el pueblo de su novia, es que disfrazarse de preso en un lugar donde hay una cárcel era un riesgo añadido.
Los hechos tuvieron lugar ayer en Santoña, un pueblo de Cantabria conocido por sus anchoas, los carnavales, la preciosa playa de Berria y la cárcel del Dueso. Eran las 05:30 de la madrugada cuando Arturo se dirigía a casa después de una noche de fiesta. Al parecer le entraron ganas de hacer de vientre y se fue corriendo por el paseo que va desde el centro hasta las afueras del pueblo bordeando la cárcel. Ese fue su error. Una patrulla de la Guardia Civil le detuvo al confundirle con un preso que huía.
Tras pasar varias horas en el calabozo hasta que comprobaran que decía la verdad, Arturo pudo llamar a su novia para que contrastara su versión y todo se quedó en un susto. Larga vida a Halloween.
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