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Ha sucedido en un pueblo de Cáceres, una señora se personaba hoy en los Juzgados de la localidad a efectos de iniciar los trámites de divorcio con su marido. Según la señora, su esposo es profesor de Lengua en un Instituto e imparte clases particulares. Hasta ahí todo correcto, lo que no soporta es que dé clases a siete chicas de Rumanía recién llegadas a España y con residencia en el puticlub que hay a las afueras del casco urbano.
«Se lo advertí que no me gustaba que hiciera eso, se encierra en la habitación con las siete putas y sale reventado, es que no tiene ganas ni de cenar, el otro día puse la oreja en la puerta y se oía -Ou yeah, o my god, ouuu yeaaa- y eso no tiene pinta de ser muy español que digamos, no me fío, cuando están alli no salgo de casa y de perras yo no he visto un duro de momento».
El profesor ha manifestado que no cobra nada, que lo hace de forma altruista y que la mayoría ya maneja muy bien… la lengua.
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