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¿Cuantas veces hemos ido a ese entorno laberíntico de nacionalidad sueca y hemos discutido por el liderazgo que se ha atribuido nuestra señora para tomar decisiones a la hora de comprar algún mueble sin tener en cuenta nuestra humilde opinión?
Han sido bastantes y lo peor de todo es que todavía nos quedan muchas visitas a Ikea, como le quedan a Pepe, un vecino de Murcia de 70 años de edad, al que tocó este pasado sábado acompañar a su señora a ver cubertería, lámparas y alfombras entre otras cosas. Parece ser, según sus propias manifestaciones, que tras un pequeño despiste, perdió de vista a su señora y aunque siguió las flechitas del suelo como Dorothy lo hiciera con las baldosas amarillas, tuvo que preguntar en varias ocasiones a los empleados como podía salir de allí siendo fallidos los intentos varios.
«Pues me ví perdio ya lo menos tres horas y me se ocurrió una idea que funcionó a la primera, me encendí un puro habano y enseguidica dos armarios empotraos me sacaron a la calle en volandas, allí me esperaba mi Antonia con el morro retorcio«.
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