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Harto de gastar dinero en despedidas ajenas, cansado de no tener una fiesta en condiciones en la que ser protagonista, y con muchas ganas de juntarse con sus amigos de la infancia, nuestro protagonista decidió inventarse que se iba a casar para que sus amigos le organizaran una despedida de soltero a él.
Incluso envió a sus amigos las invitaciones ficticias. Hasta un número de cuenta les pasó. No tenía muy complicado el engaño, ya que hacía unos años que abandonó su ciudad natal, y se alejó de su pandilla de siempre. La cosa es que consiguió su cometido, y el grupo se volvió a juntar para salir de farra.
Al final de la fiesta, el anfitrión quiso tomar la palabra para desvelar el engaño, pero sus amigos enseguida le dijeron que no hacía falta, que ya lo sabían todo. «Estaba claro que era mentira, es buena gente, pero no tiene un duro y es feo con avaricia. Pero bueno, nos hemos vuelto a juntar todos, que es lo importante».
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