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El pasado martes en torno a las 22:00 horas, tres jóvenes con edades comprendidas entre los 19 y 23 años acudían al Servicio de Urgencias de un municipio granadino sangrando uno de ellos por la boca y llorando desconsoladamente.
Tras ser atendido por el médico de guardia, éste comprobó que el joven llevaba brackets deformados considerablemente así como dos piezas dentales partidas, siendo los incisivos centrales superiores, suponiendo que se debía a alguna caída con monopatín. Tras intentar calmar al joven administrandole un calmante vía intravenosa y no desistiendo éste en el llanto, el médico le informo que para nada era acorde el dolor que podría tener con semejante espectáculo.
«Entre llantos, sollozos, el animo de los amigos y sorbiendo mocos, el joven le dijo… Si no lloro por los dientes ni por el dolor, lloro porque cuando llegue a casa y le diga a mi madre que me he roto el aparato y dos dientes abriendo un botellín de cerveza, me va a caer una paliza de miedo».
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