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Tras el fallecimiento de Joaquín, un vecino de Guadalajara de 71 años de edad, la compañía a la que pagaba su cuota del seguro de decesos, inició el sepelio en el que se incluía el reparto de 200 esquelas mortuorias por comercios y edificios públicos del municipio así como la publicación de la misma en radio y periódico local.
El encargado de hacer las esquelas, un nieto del dueño de la Funeraria, con las prisas de última hora y conociendo al fallecido de vista, puso como esposa a doña Dulce María Rodríguez. El pueblo se ha echado las manos a la cabeza al ver que ese no es el nombre de su señora, mucho tiempo enferma sin salir de casa, siendo Dulce el nombre de su conocida amante.
«Pues yo siempre lo veía con esta chica colombiana por los bares, los vi un día en la playa, otro me los crucé en el cine del Centro Comercial y hasta comprándole un vestido en El Corte Inglés» ha dicho el joven heredero del tanatorio. La familia ya ha denunciado los hechos por aguantar además de la pena, la vergüenza.
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