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El sueño de cualquier amante de la automoción siempre ha sido poseer un Ferrari. También el de Romeo, un sexagenario que durante años había ahorrado para conseguir su Ferrari California, un automóvil con un precio de 220.000 euros. El mes pasado, tras años de ahorro y esfuerzo, el hombre se hizo por fin con el coche. Lo que no sabía es que los asientos eran de piel, un detalle que chocó de bruces con su otra pasión, el veganismo, y que provocó que Romeo decidiera devolver el vehículo.
Poco le importó a este empresario perder los 60.000 euros que había dejado a cuenta para retirar el vehículo del concesionario. Solo le duró tres días en el garaje de su casa. El hombre explicaba que llevar un coche con los asientos de piel choca con sus principios animalistas, de modo que devolverlo era a su juicio la única solución.
Romeo, conocido por su pasión por la naturaleza, es famoso por haberse encadenado desnudo a la valla del chalet de Jesulín de Ubrique en protesta por la tauromaquia. Hace años dejó a su mujer al enterarse de que había gastado 2.000 euros en un abrigo de piel de bisón, eso sí, ha dirigido una empresa cárnica durante más de 25 años.
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